Enrique Goldfarb
Se publicaron varias cartas en la prensa sobre el crecimiento en Irlanda. Este país que hace algunos años atrás era igual o más pobre que Chile y que ranqueaba último en Europa, se ha convertido en uno de los países más prósperos del continente, con un ingreso per cápita de US $ 40.000.- y una población de alrededor de 4 millones de personas.
La estrategia de Irlanda se basó en la atracción de grandes multinacionales con bajas tasas tributarias para que se radicaran en el país y exportaran al resto de la Unión Europea, beneficiándose con el empleo a su gente a la que preparó con un excelente nivel de educación científica y tecnológica, compatible con la alta sofisticación de las industrias. Finlandia, por otra parte, ha basado en la tecnología de las comunicaciones (teléfonos celulares) su ventaja comparativa.
Sin embargo, en Chile, no vemos que con estos PIB relativamente aceptables que estamos teniendo, se esté tejiendo una producción competitiva a nivel mundial. Salvo la industria del salmón y de la celulosa, derivados en cierta forma de los recursos naturales o materias primas, no hay verdadero valor agregado distinto al del pasado.
Llama especialmente la atención el furor que está teniendo el retail y los servicios financieros. Pero ellos no harán de Chile una Irlanda o una Finlandia. Son prácticamente actos de comercio y no de industria. De transferencia más que de creación. Los supermercados son fácilmente copiables o posibles de ser implementados en cualquier país, en cambio los productos que uno debiera empezar a fabricar deben tener un valor único, que lo haga atractivo y por el que los países estén dispuestos a pagar un buen precio.
Se dirá que nosotros exportamos el retail, señal que no pueden ser atacados con capitales locales en otros países. Creo que lo que se busca es más bien, la exportación de la penetración del crédito, ya que las grandes inversiones requeridas solo serían justificables si se puede replicar en esos países las enormes ganancias del crédito, que son posibles de obtener en Chile por estas empresas, dado que la actividad en general tiene negado su acceso, quedando grandes disponibilidades para estas aventuras. En este sentido resulta sugerente que las tiendas en manos de locales no prosperan y es dudoso que sea porque no saben mover los productos. Carecen del crédito que hace posible las compras aunque su pago sea dudoso.
Y si se da que el crecimiento del crédito en esos países no es coherente con el crecimiento de los ingresos y empleos, como es el caso de nuestro país, puede generarse un enorme colapso financiero que dejaría tumbados a los sectores de punta que explican al menos la mitad de la actividad nacional de los últimos diez años. Y nuestra distancia para con el desarrollo y con Irlanda se agrandará más que nunca.
Se publicaron varias cartas en la prensa sobre el crecimiento en Irlanda. Este país que hace algunos años atrás era igual o más pobre que Chile y que ranqueaba último en Europa, se ha convertido en uno de los países más prósperos del continente, con un ingreso per cápita de US $ 40.000.- y una población de alrededor de 4 millones de personas.
La estrategia de Irlanda se basó en la atracción de grandes multinacionales con bajas tasas tributarias para que se radicaran en el país y exportaran al resto de la Unión Europea, beneficiándose con el empleo a su gente a la que preparó con un excelente nivel de educación científica y tecnológica, compatible con la alta sofisticación de las industrias. Finlandia, por otra parte, ha basado en la tecnología de las comunicaciones (teléfonos celulares) su ventaja comparativa.
Sin embargo, en Chile, no vemos que con estos PIB relativamente aceptables que estamos teniendo, se esté tejiendo una producción competitiva a nivel mundial. Salvo la industria del salmón y de la celulosa, derivados en cierta forma de los recursos naturales o materias primas, no hay verdadero valor agregado distinto al del pasado.
Llama especialmente la atención el furor que está teniendo el retail y los servicios financieros. Pero ellos no harán de Chile una Irlanda o una Finlandia. Son prácticamente actos de comercio y no de industria. De transferencia más que de creación. Los supermercados son fácilmente copiables o posibles de ser implementados en cualquier país, en cambio los productos que uno debiera empezar a fabricar deben tener un valor único, que lo haga atractivo y por el que los países estén dispuestos a pagar un buen precio.
Se dirá que nosotros exportamos el retail, señal que no pueden ser atacados con capitales locales en otros países. Creo que lo que se busca es más bien, la exportación de la penetración del crédito, ya que las grandes inversiones requeridas solo serían justificables si se puede replicar en esos países las enormes ganancias del crédito, que son posibles de obtener en Chile por estas empresas, dado que la actividad en general tiene negado su acceso, quedando grandes disponibilidades para estas aventuras. En este sentido resulta sugerente que las tiendas en manos de locales no prosperan y es dudoso que sea porque no saben mover los productos. Carecen del crédito que hace posible las compras aunque su pago sea dudoso.
Y si se da que el crecimiento del crédito en esos países no es coherente con el crecimiento de los ingresos y empleos, como es el caso de nuestro país, puede generarse un enorme colapso financiero que dejaría tumbados a los sectores de punta que explican al menos la mitad de la actividad nacional de los últimos diez años. Y nuestra distancia para con el desarrollo y con Irlanda se agrandará más que nunca.
1 comentario:
No podría estar más de acuerdo con lo expuesto en este articulo, es increíble ver como la economía de un país se ha basado prácticamente solo en “comprar barato y vender caro”, lo que es más preocupante aún, Chile ha dejado de lado su capacidad creativa y prácticamente no existen productos nacionales, dejándonos a la deriva de los mercados externos. Esto se ve claramente expuesto en el caso del cobre, teniendo una de las principales materias primas para el desarrollo de artículos electrónicos, por que no facilitamos la llegada de empresas multinacionales, que fabriquen estos productos, mejorando el empleo de mano de obra calificada, esto claramente permite obtener productos a un menor costo, utilizar una materia prima ya presente en el país y además obtener una transferencia tecnológica directa, lo que sin lugar a dudas fortalecería nuestra economía y permitiría incluso reducir la brecha Universidad/Empresa.
Publicar un comentario