domingo, mayo 20, 2007

Reflexiones en torno a mi libro “No todo está perdido”




Reflexiones en torno a mi libro “No todo está perdido” al día del lanzamiento, el 17 de mayo.

Se podrá pensar que lo que trata es un problema menor. Solo las pymes. Sin embargo, no es así por dos razones. La pyme es solo un término a través del cual se expresa la reinserción de toda una clase social, la clase media, desplazada violentamente por errores técnico económicos que acá denuncio y a los que propongo correcciones. Es nada más ni nada menos que una verdadera revolución social –revolución constructiva y dentro de un esquema de mercado pero que mantiene el carácter impactante de la expresión-porque todo lo demás que se discute me parece inferior en importancia, como si uno u otro partido político debiera estar en el poder..
En segundo lugar hablamos de un cambio dentro de los límites más habituales de la Teoría Económica y no si nos movemos dentro o fuera del modelo. Pero sí se trata de otro enfoque totalmente distinto al que ha imperado hasta ahora producto de los mismos errores. Hasta 1998 primó en el país un conveniente estímulo a la demanda, que es el normal y propio de un país que no está en crisis, el poder de compra de la población, que se tradujo en innegables ventajas sociales y económicas para todos. A partir de 1998 primó un criterio de escasez artificial, producto de los mismos errores técnicos ya aludidos, que hace que algunos actores pasen a tener un peso demasiado importante y más allá que el que les corresponde tener, y que es el que en definitiva explica la concentración económica, anormal en una economía sana. Y esa escasez que no debió durar más de un año ha durado ocho, el equivalente de dos mandatos presidenciales, y es hora de recuperar el aliciente de la demanda que es el que devolverá los equilibrios societarios que demandamos para Chile.
Los anuncios a favor de la pyme hechos hoy por el gobierno, un tema que causó una profunda pero muy positiva grieta en el hasta ahora apático escenario político, son una prueba concreta más de que el problema de las pequeñas y medianas empresas ha entrado por fin en la preocupación gubernamental, algo a lo que creo haber contribuido. Y espero que este libro sea un contundente aporte en este mismo sentido. Sin embargo, creo que estas medidas serán una gota de agua en el océano porque ni se menciona la reprogramación a largo plazo de toda la deuda bancaria pyme y sin ella las medidas anunciadas solo sirven a un puñado de sobrevivientes que no hace mella en el resultado final. Y por ello no están ajenas a caer en el mismo foso que los centenares de miles que no fueron considerados esta vez.
Para entrar en materia, diré que la clase media chilena y la forma característica como se crecía y como se vivía en este país ha cambiado radicalmente. Desde este punto de vista, del interés de las mayorías, para mal. Y este proceso puede hacerse permanente, instituyéndose una economía con una concentración tan brutal –que es la que definitivamente aplasta a los sectores medios- de la que nunca más habrá espacio para levantar cabeza.
En este cuadro, se pierde la movilidad social. Lo mejor que podrán aspirar nuestros jóvenes es a vender hamburguesas en un Mac Donald o a ser jefes de sección en una multitienda, hasta que su edad llame a la necesidad de llenar el cupo con gente más joven y más barata. La frustración de los jóvenes profesionales y la esperanza de movilidad social, propios de una sociedad más feliz, serán olvidados para siempre.
No es casualidad que los países desarrollados como EE.UU., Italia, España y Alemania, tengan un sector pyme de importancia tan grande como la gran empresa. Eso les da crecimiento, movilidad, oportunidad de crear empresas, mayor equilibrio social. Y aquí en Chile la pyme,y con ella, la clase media, se hunde velozmente amenazando desaparecer. No hay país desarrollado sin pymes y así Chile avanza en sentido contrario a su desarrollo.
¿Pero uno se pregunta, como podemos detener esto? Si bien la postura política es importante, no es suficiente. La política sin un programa de cambios económicos se queda en la retórica y en las buenas intenciones. Eso es lo que sucedió con el gobierno de Lagos donde su retórica para lograr los cambios en equidad iba en el sentido totalmente inverso con una política económica ultraconcentradora y regresiva hasta la exasperación.
Tiene que haber un arma económica que produzca el cambio. Un arma poderosa, eficiente y profunda, y es en eso en lo que consiste, creo yo, mi aporte en esta pasada. Contrasta conque las autoridades todavía no logran entender el problema y menos se animan a hincar el diente donde deben: la reestructuración del crédito, que comienza con la reprogramación de toda la deuda bancaria, y repito bancaria, para dar vuelta el escenario productivo y social, lo que muestro y demuestro claramente en mi libro.
El problema es tan grave como desalentador. Cuando producto de cualquier circunstancia, como la que hubo en Chile, la economía empieza a andar mal y concentrar los mercados y la propiedad, inmediatamente se forma una cultura de defensa acérrima de los intereses creados, los que por supuesto, se multiplican a la velocidad del rayo.
Se monta una verdadera máquina propagandística, que yo no puedo seguir llamando modelo económico o políticas públicas, sino llamarla una intención mañosa de perpetuar las desigualdades de acceso, que evaporan la movilidad e impiden una e distribución más equitativa del ingreso.
Se concluye por parte de esta maquinaria propagandística que los problemas del país son de “oferta”, que no se debe tocar para nada el poder de compra de la gente y solo deben reducirse los costos-sueldos de por medio-para hacer la economía más “competitiva”.
Si se evita que la gente gaste más cuando puede hacerlo, y cuando ese gasto es la única solución para que las clases medias y las pymes puedan volver a tener su espacio, el no hacerlo es condenarlas a su desaparición para siempre. En resumen, en tanto no se reconozca que el problema de Chile es de demanda agregada, las cosas no mejorarán.
Levemente distinto a lo que quiere decir Allamand, lo que se requiere para que las cosas mejoren, no es un desalojo de la clase política gobernante, sino el desalojo de estas ideologías nefastas para quienes quieren ver recuperado el equilibrio social en Chile.
Se da la paradoja que lo que hay que hacer es simple y se tienen los medios, pero se debe desplazar un verdadero oscurantismo, lo que solamente es posible por el lado político. La nueva fuerza política gobernante debe devolverle al Estado la función de un respaldo decidido de la clase media emergente pero debe tener la suficiente claridad para que la pyme una vez fortalecida y superada de sus debilidades crónicas se desarrolle en base a mecanismos de mercado, de manera de producir decenas de miles de nuevos emprendedores y no de funcionarios estatales .