miércoles, julio 08, 2015

Platas privadas ¿platas malditas?

                                     (publicado en Estrategia el 15 07 03 )

Enrique Goldfarb




Resulta gracioso ver como aquellos políticos que reclaman santidad, y que no han sido tentados por las platas privadas, resultan pillados al poco andar. Digámoslo de una vez, los empresarios no solo tienen el derecho sino el deber de contribuir a la política.
Pongámonos en una situación extrema y supongamos que se hace realidad. Ni un solo peso privado va a los políticos. Como su voz no llegaría a los electores, tendrían que pedir prestada la tómbola al ministerio de Educación para designarlos. Sin contrapeso alguno se dedicarían a aquello que la sabiduría convencional dicta como virtuoso: sacarles la plata a los que tienen para dársela a los que no tienen. No subirían las tarifas, los sueldos subirían por ley y arruinarían todo el delicado ensamblaje económico de mercado.
Porque si las empresas no hubieran tenido el poder para contrapesar al populismo, hace tiempo que no existirían. Sin plata no hay música. Ahora, también es válido agregar que ese poder necesita contrapeso. Y hay dos áreas donde las empresas influyen. Aquello que no es aceptable y va en perjuicio del bien común, como por ejemplo, barreras a la entrada de productos que le compiten, y aquello que es positivo y propio del funcionamiento eficiente de los mercados libres y competitivos, como por ejemplo, que pueda haber reemplazos en caso de huelga.
Me parece que la solución va en sentido contrario del purismo que se desprende de la Comisión Engel. Debiera dejarse que las platas privadas, de empresas y particulares, fluyeran libremente, pagando los respectivos impuestos. SQM ha demostrado que habrá una natural tendencia a diversificar, de modo que no es efectivo que toda la plata llegaría a la derecha, Y la defensa del bien común se logra con transparencia, sabiendo de quien proviene y dónde va la plata,  de modo que los electores identifiquen a los políticos literalmente corruptos, y sean sacados, mediante el voto y repudio ciudadano, de la arena política.