viernes, marzo 16, 2007

Plan Chile Invierte


Enrique Goldfarb

El ministro de Hacienda nos acaba de entregar un plan, que de acuerdo a los anuncios previos, tenía la intención de recuperar el crecimiento económico a niveles del 7% o más, y reinsertar a las pymes en el circuito financiero.
En cartas y columnas podrán leer un comentario mío más específico sobre el mencionado plan para quienes no la hayan leído en Estrategia del día de hoy.
Para los siguientes comentarios, daré por hecho que UDS se han informado de su contenido, de manera que me referiré a el en tres aspectos: Lo que no es, el grado de apoyo que ha recibido y el peligro que representa.
En primer lugar, el plan es….. nada. No es un plan de reactivación, ni una agenda coherente para reimpulsar el crecimiento, no describe los medios ni la forma de reinsertar a las pymes. Es un recuento coloquial de las cosas en que está el ministro, de las cosas que le interesan a la CPC y un par de medidas poco ingeniosas, como la depreciación y los créditos a las pymes. Que se trata de las cosas que le interesan a la CPC ha sido deslizado por El Mercurio, seguramente por comentario de orgullosos miembros del organismo gremial, autores de la “movida”.
Sin querer, me han dado la razón a comentarios anteriores míos, en donde he aventurado que la política económica de gobierno más parece la agenda de los propios empresarios, y aquí entramos en lo peligroso que es esto. Los empresarios pueden ser muy buenos empresarios, pero eso no los califica para ser buenos estadistas. Por ejemplo, para una empresa sería ideal operar con cero impuestos, pero eso es imposible en un país organizado. Si uno es un banco, sería bueno que te dejaran prestar ojala con las tasas de interés más altas posibles, pero eso lleva al país a la ruina. Ahora, y por un problema de pudor, sería bueno que tal transmutación fuera algo más disimulada, lo que no se ha practicado a juzgar por el bombo mediático en que se han involucrado algunos medios de prensa y los mismos empresarios y el ministro. Se trata de un blindaje sin mérito alguno, como que la verdadera política buscada por estos empresarios fuera el no hacer nada, que es justamente lo que se lee en los variados planes y anuncios del ministro.
Y a ellos se han unido el coro de “los economistas” alabando los anuncios a fardo cerrado, en donde queda en claro que la influencia y persuasión empresarial no se remite a la autoridad sino que abarca a los profesionales que debieran estar alertando-y no aplaudiendo-la inacción.
Pero esta situación tiene un claro costo. Si el objetivo es –y solo es-agradar al empresariado, se descuidan las labores de gobierno, incurriendo en desastres como el Transantiago, donde la gente ya no solo está demorando el triple y hacinándose, sino que literalmente muriéndose, el nombramiento en ChileDeportes, los chascarros con Perú y Venezuela, para nombrar los más recientes, que dejan en claro que no hay una buena autoridad. Y en términos económicos, continuar el despeñadero del bajo crecimiento económico, la mala distribución del ingreso, como un blanco inmóvil y sin reflejos, que espera ser impactado de lleno con el reventón del sobreendeudamiento