Enrique Goldfarb
El 8 de julio publiqué en este blog mis opiniones sobre la economía del país, las que titulé “La crisis que se viene”, y en el tiempo han surgido evidencias que me dan la razón.
La más reciente de estas pruebas, que hoy sábado salen comentadas en la prensa, es que el crecimiento en 12 meses de los créditos de consumo de la banca han caído sistemáticamente desde el 23 % en enero hasta el 14 % en agosto, y por primera vez hay personeros que dicen lo que nosotros clamábamos hace tiempo, y es que esto se debe al sobreendeudamiento. Recomiendo releer el artículo que cito más arriba, para entender que este es un problema serio para el crecimiento de la economía, ya que las cifras del IMACEC y del PIB se han visto levantadas en parte importante por la actividad financiera y comercial resultante de los créditos de consumo. Y que su detenimiento afectará a toda la economía en su conjunto, produciendo una recesión que hasta hace poco muchos creían que solo podía venir de afuera, como se ha estado temiendo, y de hecho todavía se teme.
Antes que la gente pague sus obligaciones financieras, estos créditos de consumo producen un efecto similar a un aumento del ingreso, como si, por ejemplo, aumentaran las remuneraciones. Esto mueve a todas las otras actividades, como es el mismo sector financiero que contrata más personas, el comercio de las grandes tiendas y supermercados y cuanta cosa sea que la gente decida comprar. Los sectores que repuntan gracias a esto tienen trabajadores que a su vez compran casas, lo que viene a tocar el otro sector altamente relevante para el crecimiento y el empleo.
En esta etapa, el crucial y beneficioso efecto del crédito se ha saltado el ciclo natural, dar créditos a las empresas para que éstas crezcan y con las remuneraciones que sus trabajadores ganan estimulen la economía. Se lo han dado directamente a las personas, y son éstas las que han tirado del carro, lo que dura naturalmente hasta el punto en que los créditos que la gente recibe ya no son posibles de pagar. Sus deudas han sobrepasado su capacidad de generar ingresos para pagarla, y así uno crea su propia recesión.
Tomando en cuenta que el crédito de los bancos es fundamental, es que he insistido en que el crédito debe orientarse más a las empresas y no tanto a las personas. Ahora las empresas que hablo no son las grandes, las que ya funcionan bien excepto aquellas que se verán afectadas por el frenazo que sobrevendrá cuando se pare el crédito a las personas, sino las pequeñas y medianas empresas, actuales o las que se creen en el futuro, donde ellas o sus dueños están endeudadas en forma imposible o pueblan el DICOM, lo que les prohíbe el acceso a nuevos emprendimientos. En forma previa y ahora más urgentemente que nunca debe procederse al rescate de la deuda pequeña y mediana de todos aquellas empresas o sus dueños que no han sobrevivido al azote de cinco años recesivos y cinco años en que solo ha podido prosperar el retail, especializado en traer todos los productos que vende desde el extranjero, saltándose olímpicamente el comercio y la industria local.
Libres de las ataduras de las deudas, sea por renegociación de sus deudas o por condonación de las mismas, podrán entrar nuevos jugadores al pasto para que den trabajo, producción y clientes frescos a los bancos, para que estos puedan seguir cumpliendo su importante función de activar la economía.
Insisto que en el esfuerzo de normalización de la deuda, los bancos y el Estado chileno deben entrar en partes iguales, el primero porque incurrió en los riesgos y el segundo, porque fue el gran culpable que hayamos tenido que llegar a la actual situación.
sábado, septiembre 22, 2007
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