Enrique Goldfarb
Debemos ser realistas y aceptar que el comunismo ha renacido, con nuevas formas, pero igualmente tangibles. Con la misma bandera ¡Proletarios del mundo, uníos!, guía y lidera a los trabajadores de empresas en procura de reivindicaciones económicas, en un medio que no se diferencia de aquellos prevalecientes cuando el viejo comunismo surgió y perduró por ochenta años.
Antes, sin molestas etapas intermedias, se trataba de presionar al gran capital que utilizaba como empleados y obreros a todo el resto, en situaciones precarias, y donde no se podía distinguir si las empresas no daban para más o si los empresarios no querían dar más. Es un capítulo que no nos gusta a muchos pero donde hay que reconocer que si tu alternativa es o ser uno de los pocos que tendrán todas las ventajas o ser uno de los que trabajan a sueldos miserables, la gran mayoría cerrará filas por estos últimos para, teóricamente, elevar su nivel de vida.
Si esta opción no se convirtió en regla generalizada y el comunismo, en lugar de triunfar en todo el orbe, debió replegarse y rendirse a formas de organización más libres y donde el capitalismo tenía su justo lugar, fue gracias a la clase media, donde cada miembro es por una parte un capitalista y por el otro, un proletario, pues debe trabajar mucho para sobrevivir y prosperar.
Si leemos un poco de historia, descubriremos que el comunismo fue una opción muy atractiva en toda la Europa de pre y post segunda guerra mundial. Los libros de economía de esa época -y no me refiero a la propaganda comunista- no descartaban para nada que el sistema económico comunista fuera una opción real. Y si no llegó a más fue porque entre medio surgió una clase media pujante, significativa y vital en todo el mundo desarrollado, que ofrecía los medios de movilidad social que son claves para no caer en el extremismo. Esta clase media es el medio para que quien nace en la pobreza pueda escalar peldaños y no quedar en el medio obrero. En EE.UU. esta opción es gigantesca (lo que no significa que sea fácil), ya que mucha gente pobre puede llegar a ser parte de las clases más adineradas.
El problema de la concentración en Chile, es que ésta ha producido la jibarización de la clase media, relegándola cada vez más a niveles de ingreso francamente proletarios. Entonces el comunismo, lo llamo neocomunismo, toma nuevamente fuerza, la misma que tuvo antaño. Con toda seguridad con formas distintas , modernas, más bien de carácter sindical, pero así también nació el comunismo antiguo y llegó a regentar países.
Y la fórmula para salir la da la historia. Permitir el resurgimiento de la clase media. Inducir y propulsar su resurgimiento. El método de monseñor Goic es de larga data pero inútil. Los creyentes se confesarán mil veces pero no les darán a sus trabajadores el sueldo ético.
Lo que hará posible el sueldo ético son dos medios: el coercitivo, la presión y fuerza de los trabajadores organizados, en medio del neocomunismo.
O destrabar la concentración económica, reinsertando la clase media, sacándoles la mochila de deudas a través de la reprogramación de las deudas y organizando un mercado del crédito abierto a impulsar a los pequeños y medianos empresarios. La reprogramación no apunta a empresas que ya pueden estar fallecidas, sino al emprendedor, a la persona que está personalmente afectada e impedida de hacer nada, para que pueda empezar de nuevo. Usemos programas de apoyo e información para quienes pueden tener la experiencia y formación para guiar a estos emprendedores en una economía moderna.
Podemos nutrirnos hasta la saciedad con la experiencia al respecto del mundo desarrollado donde la pyme es una realidad .
La reprogramación de deudas vasta, masiva y profunda, y no las que andan dando vuelta, está al alcance del país. Falta la voluntad política y el empuje a favor de ella de los mismos grandes empresarios, que solo pueden salir beneficiados, ya que no solo ganarán paz social sino que poder de compra para sus propios productos.
La alternativa es simple: O neocomunismo o clase media.
Debemos ser realistas y aceptar que el comunismo ha renacido, con nuevas formas, pero igualmente tangibles. Con la misma bandera ¡Proletarios del mundo, uníos!, guía y lidera a los trabajadores de empresas en procura de reivindicaciones económicas, en un medio que no se diferencia de aquellos prevalecientes cuando el viejo comunismo surgió y perduró por ochenta años.
Antes, sin molestas etapas intermedias, se trataba de presionar al gran capital que utilizaba como empleados y obreros a todo el resto, en situaciones precarias, y donde no se podía distinguir si las empresas no daban para más o si los empresarios no querían dar más. Es un capítulo que no nos gusta a muchos pero donde hay que reconocer que si tu alternativa es o ser uno de los pocos que tendrán todas las ventajas o ser uno de los que trabajan a sueldos miserables, la gran mayoría cerrará filas por estos últimos para, teóricamente, elevar su nivel de vida.
Si esta opción no se convirtió en regla generalizada y el comunismo, en lugar de triunfar en todo el orbe, debió replegarse y rendirse a formas de organización más libres y donde el capitalismo tenía su justo lugar, fue gracias a la clase media, donde cada miembro es por una parte un capitalista y por el otro, un proletario, pues debe trabajar mucho para sobrevivir y prosperar.
Si leemos un poco de historia, descubriremos que el comunismo fue una opción muy atractiva en toda la Europa de pre y post segunda guerra mundial. Los libros de economía de esa época -y no me refiero a la propaganda comunista- no descartaban para nada que el sistema económico comunista fuera una opción real. Y si no llegó a más fue porque entre medio surgió una clase media pujante, significativa y vital en todo el mundo desarrollado, que ofrecía los medios de movilidad social que son claves para no caer en el extremismo. Esta clase media es el medio para que quien nace en la pobreza pueda escalar peldaños y no quedar en el medio obrero. En EE.UU. esta opción es gigantesca (lo que no significa que sea fácil), ya que mucha gente pobre puede llegar a ser parte de las clases más adineradas.
El problema de la concentración en Chile, es que ésta ha producido la jibarización de la clase media, relegándola cada vez más a niveles de ingreso francamente proletarios. Entonces el comunismo, lo llamo neocomunismo, toma nuevamente fuerza, la misma que tuvo antaño. Con toda seguridad con formas distintas , modernas, más bien de carácter sindical, pero así también nació el comunismo antiguo y llegó a regentar países.
Y la fórmula para salir la da la historia. Permitir el resurgimiento de la clase media. Inducir y propulsar su resurgimiento. El método de monseñor Goic es de larga data pero inútil. Los creyentes se confesarán mil veces pero no les darán a sus trabajadores el sueldo ético.
Lo que hará posible el sueldo ético son dos medios: el coercitivo, la presión y fuerza de los trabajadores organizados, en medio del neocomunismo.
O destrabar la concentración económica, reinsertando la clase media, sacándoles la mochila de deudas a través de la reprogramación de las deudas y organizando un mercado del crédito abierto a impulsar a los pequeños y medianos empresarios. La reprogramación no apunta a empresas que ya pueden estar fallecidas, sino al emprendedor, a la persona que está personalmente afectada e impedida de hacer nada, para que pueda empezar de nuevo. Usemos programas de apoyo e información para quienes pueden tener la experiencia y formación para guiar a estos emprendedores en una economía moderna.
Podemos nutrirnos hasta la saciedad con la experiencia al respecto del mundo desarrollado donde la pyme es una realidad .
La reprogramación de deudas vasta, masiva y profunda, y no las que andan dando vuelta, está al alcance del país. Falta la voluntad política y el empuje a favor de ella de los mismos grandes empresarios, que solo pueden salir beneficiados, ya que no solo ganarán paz social sino que poder de compra para sus propios productos.
La alternativa es simple: O neocomunismo o clase media.