Finalmente llegó la renuncia de Jorrat. En una
institución tensionada dentro de una política tensionada, su salida se explica
por dos razones. Caer en el pecado común
de las boletas ideológicamente falsas, paradójicamente término de su propio
cuño, pero además por tener un claro doble estándar en la persecución de
ilícitos. Duro con la derecha y caballero templario cuando los políticos
cuestionados eran de la NM. Aunque se alaba su alto perfil técnico, el lado
político- ideológico le salía por los poros.
Por otra parte el subdirector jurídico, su némesis
en la batalla por las querellas, no hacía más que cumplir con su deber
institucional al seguir adelante con las acusaciones, pero se enfrentó a Jorrat
que al parecer quería proteger a los suyos, disimulando lo que ya era vox
populi, que varios sino muchos cototudos miembros de la NM habían caído en la práctica de
recoger dineros para sus líderes.
Aunque el subdirector jurídico está por debajo del
director, en materia de procedimientos judiciales sólo rinde cuentas ante los
tribunales y ante Dios. De aquí el prestigio del SII, ya que cuando hay un
delito y el subdirector jurídico decide actuar, el director no puede parar la
investigación, la que sigue hasta las últimas consecuencias. Esto significa que
los tráficos de influencias se hacen muy
difíciles, más todavía cuando, al
parecer, hay pareceres diferentes como
en este caso.
Es por esto y con justa razón que se está
reclamando que con el nuevo director rija la transparencia y que se juzgue con
el mismo criterio a todos los afectados. Dicho en otras palabras, que si se va a perseguir a la
derecha, se persiga también a la izquierda, y si no se va a perseguir a esta
última, que tampoco se haga con la primera.
Sin embargo mientras los que no han sido pillados
aún persistan en castigar a los que sí lo han sido, para ganar algunas monedas,
no se podrá encontrar una solución realista al marasmo que Jorrat ayudó a
producir
.
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